¿Irle al América?.
- Carlos González
- 13 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Fue a mis 6 años que una vez jugando con mi mejor amiga (hasta la fecha) mi padre me regañó por primera vez. Lejos de escucharlo me fue imposible contener el llanto ante el temor de su gesto soberbio. Pronto descubrí que la razón fue que en el cerebro de mi padre no solo se contemplaba la imaginación sino la razón y en ello una posibilidad de descubrir lo que todo padre siempre ha querido: Respeto. Para indagar en ello es necesario reconocer la historia de un padre, su arduo trabajo y sus consejos directos, pero sobretodo el serbuen padre: Ante eso he de reconocer que mi adolescencia fue un découvrir. ¿Por qué introducir la estricta regla de mi padre?, por que descubrí que gran parte del siglo XX en México interpretaba mejores cosas, tales como el arte, la cultura y sobretodo el arte culinario. Nuestros mercados absorbieron nuevos individuos luego de un difícil decenio y ante ello se nos presentaba el entretenimiento, un escenario donde la gente pasó de la identidad con su comunidad a la identidad con intérpretes. TELEVISA había nacido. La Voz de la América Latina desde México, lema de un propósito empresarial, de un incentivo político y comercial, del empoderamiento de una nación, exquisita como México que tan pronto envenenó el cerebro de un pueblo ahogado en alcohol y música. ¿Por qué hablar de Televisa?. Políticamente me sería imposible adaptar un ensayo o un esquema metódico en donde las partes iniciales pongan en evidencia los resultados de dicha empresa. Sus letras aún dejan rastros de sangre corriente que se esconden en gente que pocas veces accede a un libro o a un profesor. No es un ejercicio de juicio sino de circunstancias. El siglo XXI se envenenó a raíz del internet y su población perdió fe para creer en algo peor: El Fútbol (al menos eso dicen los que creen leer). Los medios, el televisor, la gente, la vox populi se encargó de enjuiciar el término fútbol y hoy gente de mediana edad lo analiza desde una perspectiva falaz. Televisa fue y será el adepto de una nación débil de criterios y ante ello se adaptan atmósferas que los nuevos jóvenes empiezan a enjuiciar por leer a García Márquez y a su vez Juan Villoro. Sin más, no fue un autor ni el televisor que me hicieron reconocer la arrogancia y el robo a manos llenas del medio (enriquecido y privilegiado) que nos rodea, fue el propio Fútbol. Tal como el mexicano que le cuesta aceptar ser moreno, tal como el niño que le cuesta leer, tal como la mujer que le cuesta aceptar su cuerpo, es como el joven mexicano se avergüenza de su propia historia y es el imbécil quien reconoce un mundo surreal llamado fútbol. Adopta nuevos placeres que a la larga envenenan nuestra débil sociedad. Débil por que aún vemos telenovelas, por que aún la política se nos presenta como un hemisferio corrupto, por que aún anulamos nuestro voto, por que celebramos algo llamado América. Me permito defender con estas letras la herencia de un ritual como el fútbol, pues enriquece historia y tradición, mística que a lo largo de los años ha unificado- como pocos principios- las clases sociales.NO ES ODIO NI REPROCHE AL FÚTBOL, es solo la justificación de mi vergüenza hacia la preponderancia de una élite de medios y marcas, de slogans que incitan a la gente a salir a las calles a gritar o a marchar en pro de un color llamado TELEVISA, pero no lo saben y no lo saben a la par de su ignorancia. No concibo el prototipo de una televisora que se ha enriquecido de alimentar el ego de gente vacía del corazón, principios y estudios. Televisa alimentó una marca que hoy la gente relaciona con el fútbol y que hoy se atenta contra la pared y la decepción en el rostro de muchos de nuestros ancestros, familia, vaya. No es odio ni es amor, no es entretenimiento, ni es gusto por el juego como "a ōllamalīztli". No son playeras, no es pan y circo, no es fútbol, no es el América. Es simplemente el vacío de nuestro folklore, es el vacío de la autocrítica. La gente sale a las calles, se embriaga, se dice sabio de su historia, escupe, es misógino , odia la Universidad, se hace llamar rico, se hace odiar, se hace amar, se hace llamar América. No es amar el fútbol, no es creer que el celebrar un gol nos hará mejores, no es halagar jugadores que duermen con mujeres u hombres desnudos, desde luego, no es privilegiar a una nación por que se ganó la copa del mundo, simplemente es reconocer que arriba de nuestros cerebros hay un solo mal, un detestable ego que se llama Televisa, se llama Teletón, o mejor (peor) aún, se llama AMERÍCA. No odien el fútbol, odien su interpretación. Jueguen.

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