El Rey del Swing.
- Carlos González
- 7 nov 2016
- 4 Min. de lectura

Incandescente suele ser el espacio en donde todos lucen ebrios, sin ánimos de seguir en manos de quienes suelen conocer. Los adultos beben whisky y algunos más bailan entre muslos llenos de éxtasis. Las mujeres dejan de serlo mientras penetran su lenguaje entre misterio y un ser con el rostro tapado desliza sus manos entre discos antiguos.
Estamos en el antiguo DF y los pasillos se revuelven de mujeres y hombres enfermos, ausentes de su realidad, donde el jugo de su voluntad se llama música. No es poema, es el revolver del swing. Para comprender mejor este hemisferio de la antigua media negra me es preciso reconocer y honrar a la historia del baile, del electro, y sobretodo del masoquismo.
Mis letras nacen cuando logré conocer sin rencor las primeras notas de "Hey boy, hey girl" de The Chemical Brothers. Mi masturbación adoptó un logro pues alcancé el máximo gozo llamado música y así mi primera boda de fondo.
Las mujeres no fueron ni la sombra de mis fantasías: bailando sin tacones se deslizaban entre brazos de tías y música romántica.
Estábamos ante un nuevo milenio y las mujeres no solo solían resistirse ante un beso, ahogados del beat, ante un nuevo discurso que no fuera rock. Solían romper sus medias, adoptar cuellos, violar memorias morales, pero sobre todo, los jóvenes no solo ya se ausentaban de sus familias sino de sus casas.
El joven siempre luce divorciado del boogie, de su comunidad, miedoso por nuevos ritmos pues son las mujeres quienes alteran nuestras emociones. Llega el 2000 a la Ciudad de México y con el ello el fin de la analogía entre la melodía y el discurso, vacío del swing mundial.
La gente baila, ríe, se droga, coge, se priva de sonidos, los adopta, los graba, los sentencia en historia, los honra; al final se vuelve uno mismo y renace 1980.
Llegar hasta aquí me parece una aberración pero a su vez un orgasmo sobre mis límites pues me sitúo frente al 2016. Digno de pistas, mujeres, palabras, ebrios; pero sobretodo idiotas. TITÁN no es nada, es nada, es algodón entre nalgas, es una violación del propio silencio, es un objetivo del propio siglo XX.
Para situar a un disco o a un momento me es necesario morir, y para ello Emilio Acevedo, Julián Lede y Jay de la Cueva crean un juego donde todos perdemos: vulnerabilidad. Hablo en serio: seres extasiados, libres y ponentes del baile, sintetizadores y guitarras. Estoy muerto, pues deseo hablar del verdadero vacío de interiores, mi bella dama....FINA.
No recuerdo si fue primero Srđjan Spasojević o TITAN, pero si sé bien que fue la enajenación de un sin fin de vínculos que discriminan mi ser. DAMA es un disco obsceno, raro pero necesario en un mundo tan prejuicioso y lo digo pues la ofensa es un capricho para un sin fin de personas lejanas de principios y educación, de historia, de reconocimiento hacia sus ancestros. La ofensa, la grosería vuelve superior a aquél que se hace saber adulto y es el propio adulto que no toleraría un disco como éste. Es el adulto el mejor enemigo del baile que sincroniza TITAN.
Hoy hablar de DAMA es hablar de espacios, donde en los últimos años el beat solo suena entre espacios de alcohol, mujeres, himen y colores. Fuera, no hay más que reseñas y espacios de "diálogo" entre pseudos críticos del arte. Tengo miedo pero mis principios morales son lo que me llevan a desear el show en vivo de DAMA y ahí precisar mi crítica.
DAMA es un espacio donde el dolor prevalece y se vuelve a su vez mensaje de una población débil, lejos de su cabello suelto. Rogelio Sikander expone el terror como vínculo necesario de los tonos de TITÁN, y no lo culpo. Soy juez y amo de su fetiche moral, como el resto del DAMA, donde las medias se rompen y las venas gordas son un placer.
Creo en el miedo pues no hay canciones sino discos completos, y el 98´me representa espacios cerrados y donde justamente TITAN alguna vez sonó. Solo los enfermos y temerosos del dub, rock y el pop se atreverían a besar sus miedos.
Columpio Asesino hace gala de su presencia y se aplaude pues la piel de ambas bandas son compatibles y nos llevan a un crimen llamado ruido, entre un paisaje lleno de sonidos que citan el recuerdo de Kraftwerk y reviven llos ambientes del electroclash, dancepunk y hasta lounge de los discos previos de TITAN. Fueron 11 años los suficientes para quienes hoy están en un mundo lejos del glamour y que solo quieren reventar tus oídos y honrar al desnudo que tanto nos gusta pero nos preocupa.
Si pudiese sujetar las piernas de mi hermosa fantasía sería mientras beso a mi bailarina, que dudo crea en mi sobriedad . No es pop- dijera De la Cueva- pues nos vamos con la voz de terceras personas que siempre ven más no observan lo que hay detrás de un disco. La mujer me parece la perfecta representación del disco, en donde cada canción es un episodio de emociones, un día en la vida de una dama que por las noches se vuelve violenta.
DAMA no es la representación total de TITAN después de 10 años de ausencia., ni viceversa. Es una mujer viviendo una corrupción nupcial, donde se sabe débil, ausente, absorbente, pero sobretodo optimista. Está de moda. Está en boca de todos...y de todo.
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